
Un apego seguro se forma a través de la confianza, la presencia afectiva y el cariño constante que un niño recibe de sus figuras de referencia, generalmente sus padres o cuidadores principales.
Este tipo de vínculo tiene un impacto profundo en su desarrollo: Favorece el aprendizaje, potencia el lenguaje, fortalece la autoestima y le permite establecer relaciones sanas y duraderas. Pero, sobre todo, le ofrece seguridad: la certeza de que hay un refugio emocional.
REFUGIO
Ese lugar al que siempre puede volver.
Cuando un niño se siente seguro, explora el mundo con curiosidad.
Si se siente querido, construye su identidad con confianza.
Si se siente escuchado, aprende a expresar lo que siente y necesita.
Todo esto contribuye a un desarrollo emocional sólido y equilibrado.
Subiste al escenario con tus compañeros de clase, y lo primero que hiciste fue buscar en el público… A ver si lo adivino, ¿A alguno de tus seres queridos?
A esa mirada que te da calma. A esa sonrisa que te confirma que todo está bien.
No sé tú, pero yo aun me acuerdo de ese día.
Subí al escenario y empecé a buscar si alguien había venido.
Mis padres me habían dicho que iban a venir a verme, pero yo no los veía.
Me empecé a poner nerviosa, mi pulso empezó a acelerarse… las manos me empezaron a sudar.
Por mi cabeza de 7 años, empezaron a pasar preguntas del tipo: ¿no van a venir? ¿soy la única que está “sola”? ¿me han dicho una mentira? ¿no puedo confiar en ellos?
No sé cuánto tiempo pasó, seguramente segundos o minutos, pero a mí me parecieron horas, hasta que mi madre apareció por la puerta.
En ese instante, respiré, volví a mí, me sentí querida e importante.
Eso es presencia afectiva.
Y no, no se construye con regalos, frases bonitas o discursos racionales.
Se construye estando presentes.
PRESENCIA
Nuestra presencia regula, acompaña y contiene. Es el ancla emocional que ayuda a un niño a sentirse seguro incluso en los momentos de mayor incertidumbre.
A veces, una mirada tranquila vale más que mil palabras.
Aunque pongamos todo de nuestra parte, no siempre es fácil.
Existen otros factores que influyen en el apego, por ejemplo: la genética, el temperamento del niño o incluso nuestras propias heridas emocionales.
Sin embargo, está demostrado que un entorno sensible, predecible y amoroso puede compensar muchas de esas variables.
Se estima que aproximadamente el 60% de los niños desarrollan un apego seguro, mientras que el 40% restante puede tener diferentes estilos de apego si sus necesidades afectivas no se ven suficientemente atendidas.
La buena noticia es que siempre podemos mejorar el vínculo.

CONFIANZA
Es uno de nuestros pilares emocionales.
Para terminar…
La infancia es una etapa breve, pero lo que sembremos hoy, florecerá para siempre.
No se trata de hacerlo perfecto, sino de estar disponibles.
Tampoco de saberlo todo, sino de estar presentes.
Cada gesto cuenta: una mirada, un abrazo, una palabra tranquila.
Y aunque no siempre podamos estar, siempre podemos volver. Siempre podemos reparar.
¿Y tú? ¿Qué pequeño gesto haces cada día para que tu hijo sepa que estás ahí?
Criar con amor es una revolución tranquila… y contagiosa.