El amor es uno de los aspectos más profundos y transformadores de la vida. Pero, ¿qué pasa cuando nos perdemos en una relación? ¿Cuando dejamos de reconocernos porque todo gira en torno al otro? Es fácil caer en la idea de que una relación nos completa, cuando en realidad, el verdadero amor nace de la relación que tenemos con nosotros mismos.
Desde pequeños, nos han enseñado que el amor es entrega, sacrificio, priorizar al otro. Pero cuando este mensaje se lleva al extremo, nos olvidamos de lo más importante: el amor propio. Nos perdemos cuando dejamos de poner límites, cuando buscamos validación en el otro y cuando creemos que nuestro valor depende de la relación.
Perdernos en una relación no sucede de la noche a la mañana. Es un proceso que empieza con pequeños detalles: dejar de lado lo que nos gusta para encajar, evitar decir lo que sentimos por miedo al conflicto, hacer cosas que no queremos por complacer. Y un día, sin darnos cuenta, nos miramos al espejo y nos preguntamos: ¿dónde quedé yo en todo esto?
El amor propio no es egoísmo, es equilibrio. Es entender que solo cuando nos amamos y respetamos a nosotros mismos podemos construir un amor genuino con el otro.
Una relación sana no es dos mitades que se completan, sino dos personas enteras que eligen compartir su camino. Cuando cada uno tiene un espacio propio, sus aficiones y su voz, la relación se convierte en un lugar de crecimiento, no de dependencia.
Si alguna de estas señales resuena contigo, es momento de volver a ti:
Dejas tus necesidades para después constantemente para priorizar las del otro.
Tienes miedo a expresar lo que sientes por temor a que la relación se vea afectada.
Sientes que has dejado de hacer cosas que antes te apasionaban.
Necesitas constantemente la validación de tu pareja para sentirte bien contigo misma.
Te sientes agotada emocionalmente, como si estuvieras tú sola cargando con la relación.
Aquí algunas formas de empezar:
¿Qué cosas te hacían feliz antes de la relación? Retoma esos espacios, hobbies y momentos que son solo para ti.
Decir «no» cuando algo no te hace bien es una forma de amor propio. Expresa lo que sientes y lo que necesitas sin miedo.
Tu relación no debe ser un freno para tu crecimiento. Sigue persiguiendo tus propios objetivos.
Tu pareja es importante, pero no debe ser tu único vínculo. Mantén el contacto con amigos y seres queridos que te ayuden a recordar quién eres.
No tengas miedo a estar sola. La soledad elegida es un espacio valioso para reconectar contigo y fortalecer tu autoestima.
El amor propio no es un destino, es un camino que recorremos cada día. Y cuando aprendemos a amarnos, nuestras relaciones cambian por completo.
El amor empieza por ti.